La economía navarra se ha basado en las últimas décadas en la conocida “dieta foral”, cuyos ingredientes principales eran el sector automotriz, industrias eólica, farmacéutica y agroalimentaria así como los sectores universitario, sanitario y turismo. Dicha fórmula creaba excelentes platos minimalistas, de apariencia altamente sugestiva pero con fecha de caducidad impresa (2020) debido a la irrupción de un nuevo paradigma productivo en Europa que pondrá a prueba la solidez de los cimientos de la economía navarra tras una etapa dulce impulsada por favorables vientos de cola.
Así, se estaría gestando en Alemania una profunda borrasca acompaña de vientos huracanados que podría afectar a Navarra en forma de una severa reducción del número de trabajadores en el sector de la automoción y su industria auxiliar (en la actualidad ocuparía a unas 10.000 personas), con los consiguientes efectos perversos en forma de aumento de la tasa de paro y sensible reducción en la recaudación de impuestos del Gobierno foral (en la actualidad, la planta de VW Navarra aportaría el 10% del total recaudado por el Impuesto de Sociedades). En este contexto, se encuadran las declaraciones del presidente del Comité de empresa de VW Navarra, Alfredo Morales de UGT en las que avisa que “el proceso de adaptación de la planta al nuevo modelo eléctrico implicaría un excedente de personal fijo para el bienio 2023 -2024”, pendiendo además sobre la planta navarra la espada de Damocles de la adjudicación de un nuevo modelo eléctrico que aseguraría la supervivencia de la planta navarra a partir del 2025.
Conviene recordar que Navarra sería una comunidad netamente exportadora de bienes (40% de su producción total) pero que adolece de una excesiva dependencia del sector del automóvil (las exportaciones de WN representa casi el 50% del total),una preocupante atomización de las empresas agro alimentarias así como de una necesaria diversificación y búsqueda de mercados alternativos a la Eurozona ( el 30% de sus exportaciones van destinadas a Francia , Alemania, Gran Bretaña e Italia), dependencia que se verá agravada por la resaca de un Brexit caótico que provocarán una progresiva constricción de las cifras de exportación. Asimismo, el viejo Reyno navarro estaría lastrado por el incremento de la deuda (rondando los 3.900 millones de euros para finales del 2021) que hipotecará seriamente el devenir de Navarra como comunidad diferenciada y auto-gestionada en el futuro mediato con el riesgo añadido de quedar una vez más desplazada de las principales vías de transporte europeas en el supuesto de dilatar la Conexión del TAP con la Y vasca.
Germán Gorraiz López-Analista