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Cambalache, por Pepe Alfaro


“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé en el 510 y en el 2000 también”, así comienza el famosísimo tango argentino compuesto en 1934 por Enrique Santos Discépolo. Conviene recordar que la letra de “Cambalache” es una denuncia a la “Década infame”, nombre por el que se denomina al periodo dictatorial ocurrido en Argentina entre 1930 y 1943; pero ha sido asumido posteriormente como “himno popular” para denunciar los abusos del poder en cualquier lugar y época.

Quizás, y debido a ese mensaje-denuncia que encierra, “Cambalache” ha sido y sigue siendo una de las canciones más versionadas. Serrat, Julio Iglesias, Raphael, Calamaro e Ismael Serrano, entre otros muchos cantautores, hicieron sus particulares interpretaciones. El recientemente fallecido Luis Eduardo Aute, con su canción “Siglo XXI”, se inspira asimismo en el tango “Cambalache”, comenzando con la estrofa: “Siglo XX, cambalache, problemático y febril / anunció Santos Discépolo, un poeta del 2000 / y profeta en aquel tango que cantó a la corrupción / que gobierna las cloacas de la humana condición.”

Si este poeta-profeta que fue Discépolo levantara la cabeza podría comprobar que su letra tiene vigencia, más si cabe, en este siglo XXI. La palabra “Cambalache en Argentina, Uruguay y en ciertas partes de Chile se refiere a un intercambio (de cualquier tipo), una prendería y/o trueque; un lugar de compraventa de enseres usados. También se dice que es un lugar o situación en los que predomina el desorden y el ruido”.

«Duele el silencio de la mayoría de líderes e instituciones mundiales, preocupados sólo por los ricos»

Trueque y desorden que, en la actualidad, demuestran que el mundo es una porquería más que patente con el tema de la pandemia del covid 19, donde las necesarias vacunas para la humanidad se han convertido en un vergonzoso “cambalache” en el que el capital manda por encima de la sanidad, y donde los países más ricos imponen su potencial económico olvidándose de la salud del resto del mundo. Es una auténtica vergüenza que las patentes de las vacunas de una pandemia no se pongan a disposición de todos los países. Israel, Arabia Saudí, Estados Unidos, Inglaterra, Rusia, China y Europa encabezan las vacunaciones, mientras que los países tercermundistas, sobre todo de África, tras haberles “afanado” durante siglos sus riquezas, son ahora olvidados, porque tienen el abominable delito de ser pobres. Así prosigue el tango con su denuncia: “Siglo veinte, cambalache, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil”.

Duele el silencio de la mayoría de líderes e instituciones mundiales, preocupados sólo por los ricos y olvidándose de la solidaridad con el resto de la humanidad.

En fin, un negocio redondo para los laboratorios y las farmacéuticas a costa de la salud de la gente. De modo que a uno no le queda más remedio que ser un mal pensado con toda la razón. Porque, después del éxito económico que están consiguiendo, no hace falta ser un lince para intuir que lo normal es que “fabriquen” otro virus para seguir haciendo caja con las nuevas vacunas. Lo dicho: “el mundo es una porquería”.