En estos tiempos tan convulsos que vivimos, resulta difícil abstraerse de ellos y dedicar unas letras a otros temas de la actualidad. Dicen que la Memoria de cualquier aspecto de la Vida es buena para no cometer los mismos errores. Tanto más cuando se refiere a la Historia de los principales hechos que afectan al género humano.
Por eso, entre otras cosas se creó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que sigue siendo la mayor organización internacional existente. Creada a finales de la Segunda Guerra Mundial, sus principales objetivos son “garantizar el cumplimiento del derecho internacional, el mantenimiento de la paz internacional, la promoción y protección de los derechos humanos, lograr el desarrollo sostenible de las naciones y la cooperación internacional en asuntos económicos, sociales, culturales y humanitarios”. La ONU se rige por la Carta de las Naciones Unidas, que entró en vigor el 24 de octubre de 1945 pocos meses antes del final de la Segunda Guerra Mundial. En sus inicios estaba compuesta por 51 países, y hoy cuenta con 193 países miembros.
Estaba claro que, tras la catástrofe que provocaron las dos primeras guerras mundiales, ocurridas en la primera mitad del siglo XX, los principales países se reunieron con la loable finalidad de que estos daños no volviesen a ocurrir.
Pero ahora resulta que Musk, ese nazi que presume de nazi y que es el actual director del Departamento de Eficiencia Gubernamental de Estados Unidos, reclama que Estados Unidos abandone tanto a la OTAN como las Naciones Unidas pues, según él están desfasadas. Y están desfasadas porque, siendo el hombre más rico del mundo, cree que tiene derecho a hacer un mundo a su medida, en el que los supremacistas y el capital impongan su criterio, anulando los Derechos Humanos y todo cuanto tenga que ver con la Solidaridad.
Este tipo de pensamiento fascista, según confirman los estudios y estadísticas más recientes, es mayor entre los hombres, sobre todo en la franja de edad que va de los 18 a los 35 años. En cambio es menor cuando se trata del género femenino. Está claro que habrá que reivindicar más ochos de marzo y más presencia femenina en los centros de Poder. Y, por supuesto, dedicar más presupuestos a Educación y Cultura, con el fin de que, entre otras cosas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, traducida a más de 500 idiomas, mantenga su vigencia para conseguir un mundo mejor.