Por supuesto que hay muchos más, porque todas las personas que se complacen rumiando en su interior la obra de arte que han visto, escuchado o leído, y la reconstruyen una y mil veces, son también artistas, aunque no sean creadores.
Yo me refiero en este caso a una persona que realizó numerosas creaciones, se trata de Jesús Romé, que falleció hace pocos días en nuestra ciudad. Tudelano de nacimiento, vivió en Suiza durante mucho tiempo, pero con un ojo siempre puesto en Tudela. Lo recuerdo a mediados de los cincuenta del pasado siglo, entusiasmado por el teatro y haciendo numerosas representaciones, porque el teatro fue su gran pasión; tenía dotes para ello, le acompañaba la voz, la figura, le resultaba fácil adoptar la postura adecuada y en su expresión había una verdad que le brotaba de su corazón de artista.
Desde Suiza escribió varios textos sobre Tudela, entre otros recuerdo uno sobre Santa Ana y las numerosas ciudades europeas y americanas que tienen a la Divina Abuela en sus iglesias y santuarios, otro sobre la historia del teatro de aficionados en Tudela, que siempre ha sido una constante. Pero sobre todo tengo presente un drama del que fue su autor, Sancho VII o la Soledad de un Rey, y se representó en la explanada junto a la Iglesia de la Magdalena durante cuatro noches seguidas, en un verano de los años noventa. Fue una obra fruto de una silenciosa y profunda investigación sobre nuestro monarca. Jesús pudo asistir a la última de las representaciones, y al final lo sacamos a saludar y a recibir los afectuosos aplausos del numeroso público, que Romé agradeció con su humildad y naturalidad características.
Jesús Romé, recientemente fallecido, vivió en Suiza durante mucho tiempo, pero siempre con un ojo puesto en Tudela
Desde la época de la adolescencia, mantuve con él una sincera amistad, aunque sólo nos la manifestáramos en los breves encuentros por sus visitas a Tudela, y siempre terminábamos hablando del teatro de los grandes autores, los clásicos, que son los que le entusiasmaban. Desde su profunda devoción por el mundo literario, vivió su vida entre sus amores, la ciudad donde nació, su esposa Lucienne y su hijo Sebastián, a ellos entregó su alma de artista. Nos has dejado solos, Jesús, a tu familia, a los amigos y a ese teatro que siempre fue tu musa. Ahora que has hecho mutis por el foro, te dedicamos una fuerte ovación, la que desde tu juventud te mereciste.