A menudo suelo criticar en este rincón la política española y a los políticos españoles. Por eso creo que es también justo mencionar y reconocer aquello que es positivo, por escaso que sea o nos lo parezca a veces.
Un aspecto positivo de la política española, sobre todo en comparación con otros países de nuestro entorno es que, salvo casos aislados, el asunto de la inmigración suele quedar fuera del debate político, de las discusiones y discursos de las campañas electorales. Ojo: con esto no quiero decir que no exista la xenofobia o el racismo en la política española, o en la sociedad española, ojalá fuese así, sino que no parece ocupar un lugar tan prominente en el debate político como lo hace en otros países.
En Gran Bretaña, al contrario, el tema de la inmigración se encuentra en el centro mismo del debate político: en la campaña previa al referéndum sobre Brexit la gran mayoría de los discursos a favor de la salida de este país de la U.E. se centraban en la inmigración, con una visión de los hechos a menudo bastante sesgada, cuando no llena de lugares comunes, estereotipos, prejuicios y, sí, falsedades. Los medios de comunicación, sobre todo los tabloides más populistas, también incluyen un día sí y otro también noticias y opiniones negativas sobre los inmigrantes. Parece ser que la mayoría de las personas que votaron a favor de abandonar la UE lo hicieron sobre todo por el tema de la inmigración. Existe en la sociedad británica una seria preocupación sobre este asunto, preocupación agitada en gran medida por ciertos políticos y medios de comunicación.
Y esto no sucede sólo en Gran Bretaña: en países como Francia, Holanda, Alemania, etcétera, y no digamos ya Hungría o Austria, bastantes políticos y medios agitan constantemente la bandera de la xenofobia y del racismo, de una manera totalmente irresponsable. Están jugando con fuego.
España parece ser la excepción. No existe un gran debate en torno a la inmigración (aunque esto no quiere decir que no vaya a existir en el futuro), y tampoco se escuchan en la boca de los principales líderes políticos las sandeces que se oyen decir a algunos en otros países. Quiere uno creer que de producirse declaraciones incendiarias en España como las que se han producido en otros sitios, llenas de generalizaciones, prejuicios y embustes, se montaría un buen escándalo. Quizás esté equivocado, pero me gustaría pensar que así sería.
En medio de una vida política que parece estar marcada por la corrupción generalizada, la austeridad y el diálogo de sordos, creo que es importante resaltar este hecho positivo.