Decir Cascante es decir los arcos del Romero. Esta joya arquitectónica única es el icono de esta ciudad y una de las estampas más bellas de la Ribera y de Navarra. Los arcos, un total de 39, conforman una galería porticada que une el núcleo urbano con la Basílica del Romero, ubicada en lo alto de un monte que gobierna buena parte de la zona y donde se cobija la Virgen del Romero, patrona de Cascante. Por la noche, la galería se ilumina mostrando un esplendor que en nada envidia a la contemplación diurna.
Al margen del enorme valor de este conjunto, es imprescindible detenerse en el parque que rodea la Basílica y contemplar las espectaculares vistas que ofrece: la Ribera del Queiles, el Moncayo y las Bardenas en primer término. Algunos días, incluso, este mirador permite divisar los Pirineos.
Pero Cascante no sólo invita a la observación celeste desde este paraje. La ciudad posee templos con techumbres abovedadas que deslumbran a cualquier visitante. Precisamente, la Semana Santa que llegará en unos días es una buena oportunidad para conocer este rico patrimonio.
La Iglesia de la Victoria, antiguo convento de los Frailes Mínimos, y la Iglesia de la Asunción son dos visitas imprescindibles
Uno de estos templos es la iglesia de La Asunción. Su construcción data del S.XVI y se edificó originariamente sobre una antigua sinagoga. El interior es una planta de salón con tres naves de 5 tramos cubiertas a igual altura, cabecera poligonal y bóvedas en terceletes sobre pilares cilíndricos. Es uno de los dos mejores ejemplos de iglesia renacentista de 3 naves de Navarra. En el año 1779 el arquitecto local José Aguado construyó la Capilla del Cristo de planta central con cúpula sobre pechinas. Otra visita ineludible en Cascante es la Iglesia de la Victoria, un antiguo convento. Situada en la parte baja de la ciudad, fue edificada en el año 1587. Es de planta de nave única dividida en dos tramos, cabecera pentagonal y capillas laterales entre los contrafuertes. La nave y cabecera están cubiertas por bóvedas góticas gallonadas.