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La emoción y el orgullo se mezclan estos días en la familia Lostado Aguirre, depositaria este año de la Virgen de la Peña, patrona de Fustiñana. Una distinción simbólica que implica la responsabilidad de organizar y sufragar las fiestas en honor a la Virgen, una tradición que se remonta en la historia de la localidad y que representa uno de los pilares de la identidad de Fustiñana.

Ocho años de espera y una promesa cumplida

“Llevábamos ocho años en lista de espera”, recuerda Alfredo Lostado, uno de los tres hermanos depositarios junto a Mª Pilar y Jesús Ángel. “Nos apuntamos cuando vivían mi padre, Jesús, y mi tío José Antonio. A los dos les hacía mucha ilusión, pero fallecieron de Covid antes de poder verlo. Por eso lo vivimos con mucha emoción, sobre todo por mi madre,  Pilar Aguirre, que sí está con nosotros y lo siente como algo muy especial”.

De este modo estas fiestas serán algo más que una celebración. Serán un homenaje a quienes soñaron con ser depositarios y no pudieron verlo. Y, sobre todo, cumplir con la promesa de mantener viva una tradición que late con fuerza en Fustiñana.

Una organización que empieza en septiembre

El trabajo de los depositarios arranca semanas antes de las fiestas, con la colecta popular, que se celebra el tercer domingo de septiembre. Ese día, quince mantos de la Virgen recorren las distintas calles del pueblo, acompañados por la familia, el ayuntamiento y amigos que recogen donativos casa por casa.

“Se sale con una bolsa y el manto y la gente da lo que puede. Muchos esperan con emoción este momento y te abren la puerta antes incluso de llamar”, cuenta Alfredo. “En apenas dos horas se recaudan unos 15.000 euros, una cifra impresionante”, reconoce.

A esta colecta se añaden otras iniciativas. En esta ocasión, la familia depositaria ha encargados unas pulseras con el símbolo de la Virgen, cuyos beneficios de la venta irán también destinados a financiar las fiestas. “Con todo, esperamos llegar a unos 17.000 euros, que se destinarán a comprar todo lo necesario para los actos”.

Las hogueras, las nueces y los ranchos

Las fiestas de la Virgen de la Peña se celebran el tercer fin de semana de noviembre, del sábado al martes. Uno de los momentos más esperados es el encendido de las hogueras en la plaza, seguido del tradicional lanzamiento de nueces desde los balcones del Ayuntamiento, un acto que congrega a cientos de personas.

“Se lanzan unos mil kilos de nueces y además hemos traído otros mil para quien quiera comprar. Es un espectáculo ver la plaza llena, a la gente disfrutando y compartiendo ese ambiente tan familiar”, explica Alfredo.

El lunes es el día de los calderetes, otra de las citas más participativas. “Se juntan familias y cuadrillas para cocinar su rancho en la plaza. Se han llegado a contar más de 130 calderetes. Es un día espectacular, de hermandad, de compartir comida, vino y risas. El ambiente es algo que no se olvida”.

Tradición y respeto a la herencia

La familia Lostado Aguirre ha preparado unas fiestas en la que queda patente el respeto por la tradición. “Como en todo hay margen para innovar, pero creo no conviene salirse del guion —admite Alfredo—. Son más de 200 años de historia, y la gente valora que se mantenga el espíritu original. No se trata solo de fiesta: es una tradición compartida y una de las señas de identidad de nuestro pueblo”.

Lo que sí es un rasgo que distingue esta celebración, asegura, Alfredo, es la implicación de los vecinos. “Nos sorprendió ver la respuesta de la gente. Todo el mundo quiere colaborar, desde los mayores hasta los jóvenes”.

La emoción de continuar una herencia

Para los Lostado Aguirre, el espíritu que se vive en las fiestas de la Virgen de la Peña en Fustiñana se resume en una palabra: familiaridad. “En las hogueras y corrillos se vive algo que hoy se echa de menos. Vas a cualquier grupo y te invitan a comer, a sentarte, a compartir. Hay una cercanía que traspasa todo. Eso es lo bonito de estas fiestas, que unen a los vecinos”.

Y aunque reconoce que la religión no tiene el peso de antes, cree que la tradición sigue viva entre las nuevas generaciones. “Los jóvenes pueden no ser tan devotos como lo eran nuestros mayores, pero sienten que esta fiesta es suya. Si les preguntas a cualquier joven de Fustiñana cuál es su mejor recuerdo, te dirán que las fiestas de las nueces».

Con todo preparado para los festejos, la familia Lostado Aguirre lanza un mensaje claro. “Que la gente salga, que disfrute y que viva las fiestas como siempre. Todo lo que hay —el vino, las nueces, los calderetes— lo hemos aportado entre todos. Así que solo queda disfrutarlo juntos”.