Circula por las redes una viñeta que define perfectamente el mundo actual. Según la profecía del Apocalipsis, el Hambre, la Guerra, la Peste y la Muerte, montados respectivamente en sus cuatro caballos, simbolizan las cuatro realidades que llevarán al mundo al exterminio final. Pues bien, junto a ellos, alguien ha tenido la brillante idea de añadir en la cabalgada destructora a un quinto jinete, tan terrible como ellos: la desinformación.
Las muertes que provoca el hambre, sobre todo en el tercer mundo, las que provoca la peste, como la reciente pandemia que hemos vivido, y las que no dejan de provocar las guerras continuas, que parecen no tener fin, se ven aumentadas ahora por el peligroso jinete de la desinformación.
Vivimos un mundo con continuos adelantos tecnológicos, gracias a lo cual, tenemos noticias de cuanto ocurre en cualquier parte del mundo, a los pocos instantes de producirse. Pero, simultáneamente, o incluso antes, el jinete de la desinformación manipula las noticias a su antojo, con la finalidad de favorecer sus espurios y materialistas intereses.
Es así como los bulos prefabricados conviven con la información cierta, pero siempre la mentira acaba ganando la batalla a la verdad. Y, aunque con el tiempo pueda demostrarse la falsedad de una desinformación, esta ya ha conseguido sus objetivos, pues a la gente no le gusta cambiar de opinión, ya que requiere un esfuerzo mental para lo que cada vez está menos preparada.
Y no sólo eso. Los desinformados tienen la costumbre de pontificar de tal manera que no admiten el debate, por sosegado que sea, pues están convencidos que los desinformados son los demás. Y, lo que es peor, no se dan cuenta de que ellos son las primeras víctimas de lo que defienden.
Ni siquiera los más recientes fracasos de la humanidad les sirven para intentar no repetirlos. Todo esto conduce a una serie de negacionismos que retroalimentan a los otros cuatro jinetes, justificando hambrunas, enfermedades y guerras, para acabar bajo los cascos del inevitable jinete de la muerte.