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Salvando a Santa Claus (o queremos tortitas)

Cuento de Navidad del colegio San Francisco Javier

Los alumnos de 1º de la ESO E de Jesuitas
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Érase una vez una aldea de elfos escondida en el polo norte, en la que vivía el famoso Santa Claus. Allí todos eran felices, comían tortitas, hacían carreras de renos, comían más tortitas, decoraban los árboles con luces de navidad, comían más tortitas…

Eso era antes de que llegaran los MEMOS (Mejores Estafadores Mundiales O Saboteadores) que les engañaron diciéndoles que si los regalos que daban los cobraban y les daban a ellos el dinero, les darían todas las tortitas que quisieran, ya que sabían que esa era su debilidad. Sin embargo, en vez de quedarse satisfechos con todo ese dinero, secuestraron a Santa Claus para que hiciera juguetes durante todos los días del año, con el fin de venderlos y así volverse millonarios.

Tendrían que haber pensado más en los elfos, ya que la idea de quedarse sin tortitas no les hacía ninguna gracia y estaban dispuestos a hacer todo lo posible por conseguirlas (y por salvar a Santa Claus también, claro). Así pues, el día 22 de octubre del año 2024 los elfos partieron en busca de Santa Claus.

Siguieron el rastro de los MEMOS, ya que se veía claramente un rastro de motos de nieve. Los elfos tuvieron que andar mucho, pasaron por los montes Himalayas en camellos, cruzaron el desierto del Sáhara en motos de agua y hasta pasearon por el océano Atlántico. En el camino perdieron a muchos elfos, pero su final en esta historia no es trágico ni triste:

Encontraron al señor de la arena en el Sáhara, que pone arena en los ojos de la gente cuando están dormidos.
El señor de las nieves en los Himalayas, que hace que en el invierno nieve para ver a los niños jugar.

Y por último, al señor de las olas, que las prepara para que en la playa puedan disfrutar surfeando.

Los elfos perdidos en estas zonas les pidieron que les hicieran tortitas. Los señores se las hicieron encantados, y a los elfos les gustaron tanto que decidieron quedarse a vivir con ellos.

Al final, los elfos que continuaban el viaje por las tortitas, por fin llegaron a la base en la que tenían a Santa Claus secuestrado, y eran tantos los elfos con sed de “sangre” (sirope de frambuesa), que las medidas de seguridad no pudieron hacer nada para detenerlos. Vieron a Santa Claus fabricando juguetes, los elfos no dudaron ni un segundo en intentar sacarlo de allí, y lo consiguieron, pero además de eso, Santa Claus que era muy listo y sabía que iban a venir a rescatarle, había rellenado los juguetes con sirope para que se pringaran hasta quedarse inmóviles.

En cuanto los MEMOS tocaran un juguete, provocarían una reacción en cadena que inmovilizaría su base secreta. Y ese fue el final de los MEMOS…

Los elfos habían aprendido una valiosa lección: Que si te esfuerzas y trabajas en equipo puedes tener tortitas. Los elfos no tardaron en hacerle pagar a Santa Claus, para comer su comida favorita, que creo que ha quedado clara cuál es, y así vivieron felices y comieron tortitas hasta hartarse.

Y esa es la historia de cuando trabajé para Santa Claus”.

Cristian Garcés García 1ºESO E