Compramos cada vez más ropa y la usamos menos tiempo. Según datos del sector textil, hasta un 30% menos. Así que dar una segunda vida a esas prendas o reciclarlas adecuadamente es cada vez más importante. ¿Aunque se hace así?
Según el informe “Análisis de la recogida de la ropa usada en España” publicado por Moda-re, que es el proyecto textil de Caritas española, en el Estado español se desechan 900.000 toneladas de ropa al año, y el 88% acaba en el vertedero.
En el caso de Navarra, según se dice en el citado informe, los datos disponibles proceden fundamentalmente de la Oficina de Prevención de Residuos, promovida por el Gobierno de Navarra, y de Emaús Navarra, y la media de recogida selectiva por generación es de un 16,48% -la segunda más alta del Estado, después de Euskadi (24,93)-, cuando la media estatal de recogida selectiva de residuos textiles es de un 12,16%. Por tanto, en Navarra, se desecha el 83,52% de ropa.
En dicha publicación, se viene a decir que “el sistema convencional de la industria textil es un claro ejemplo de economía lineal, donde los recursos se extraen, se transforman en productos que se consumen y se desechan posteriormente. Además, el impacto ambiental es elevado a lo largo de todas las etapas, asociado a las emisiones de CO2, el consumo de agua, el uso de productos químicos peligrosos y la gestión inadecuada de los residuos resultantes”.
Según la Fundación Ellen MacArthur (https://ellenmacarthurfoundation.org/) es muy manifiesto el espectacular crecimiento que ha experimentado la industria de la moda en los inicios del siglo XXI. Actualmente está valorada en más de 2,5 billones de dólares y emplea a más de 75 millones de personas en todo el mundo (sin incluir las personas que trabajan en el cultivo del algodón). En los últimos 15 años, por ejemplo, las ventas mundiales de prendas de vestir se han duplicado, sin embargo, el día que nos desprendemos de esta ropa ha sido utilizada un 36% menos veces que al inicio de este periodo.
A la vista de estos datos, cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿Somos muy conscientes de las dimensiones del problema?, ¿cuál es el camino de la ropa cuando nosotros la desechamos y la tiramos a un contenedor específico?, ¿acaban en tiendas de segunda mano?, ¿reconvertidas en ropa de trabajo, alfombrillas de coche o en mercados de países con rentas más bajas con Uganda, Senegal o Kenia?
Vayamos por partes. Según, Enric Carrera director del Instituto de Investigación Textil y Cooperación Industrial de Terrassa (INTEXTER) de la Universitat Politècnica de Catalunya, la situación que este envío masivo de ropa ha provocado en algunos países como Kenia, Senegal Uganda, ha hecho que estos países se hayan posicionado en contra de este tipo de mercados y no quieran esas importaciones porque su objetivo es impulsar la fabricación local y entre otras cosas, crear empleo, que tratan ahora de recuperar a través de su propia producción textil, aunque todavía siguen llegando residuos textiles a dichos países.
En el caso de Kenia, en base a la publicación de la revista técnica Retema, este país es un excelente ejemplo del impacto que puede tener la ropa de segunda mano en la economía. Kenia hasta ahora ha sido uno de los mayores importadores de ropa usada de África. La industria textil de prendas de vestir usadas es fundamental para la economía de Kenia, ya que dos millones de personas están empleadas directamente.
En el caso del Estado español, si hasta ahora la recogida de la ropa usada y del textil ha estado en manos de organismos como Caritas y Traperos de Emaús, entre otros, que han realizado y siguen realizando un trabajo absolutamente meritorio y digno de alabanza, la nueva ley estatal de residuos, Ley 7/2022, de 8 de abril, puede cambiar sustancialmente la situación, ya que impone que en 2025 los ayuntamientos tendrán que recoger los residuos textiles de forma separada, por lo que se verá un aumento importante de contenedores de ropa en las calles.
En 2025 se debe instalar en todas las ciudades y municipios un sistema para que los ciudadanos puedan depositar los residuos textiles. En las tiendas de moda también se podrá dejar ropa usada. No obstante, según distintos expertos en la materia, el problema no es tanto recoger, sino qué hacer luego con ello, teniendo en cuenta que África está empezando a no querer ropa usada europea para desarrollar su propia industria.
Actualmente, en el caso de Caritas española y según sus fuentes de información, “la ropa de más calidad (un 10%) se vende en tiendas de Moda re-; la que tiene menor calidad, pero está en buen estado se exporta a países de África y Oriente Próximo (70%); y hay una tercera opción que es separar la ropa en hilos (donde acaba otro 10%), lo que se llama hilaturas. Para eso hay máquinas que revisan la composición de la ropa con un láser, y tiene un porcentaje de acierto del 99%.
¿Qué ocurre con la que no sirve para nada de estas cosas? Alrededor de un 10% que llega se incinera y se convierte en energía, es lo que se llama revalorización energética. En cualquier caso, es importante que todo el residuo textil, incluso el que esté en mal estado, se eche al contenedor de ropa usada para pasar por este proceso. Así se puede clasificar más ropa.
Sin duda, tenemos que tender a un cambio de modelo productivo en el que se ponga el énfasis en que los productos puedan ser reutilizados, reparados, reciclados, para prolongar al máximo su vida útil. La ropa usada es uno de los residuos con mayor potencial de aprovechamiento. En torno a 9 de cada 10 prendas usadas son susceptibles de tener una segunda vida a través de la reutilización o el reciclaje. También es necesario alentar encarecidamente a la sociedad a consumir menos ropa. Deberíamos avanzar hacia una economía circular, que implica compartir, reutilizar, reparar y reciclar materiales y productos todas las veces que sea posible para crear un valor añadido.
Julen Rekondo, experto en temas medioambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente