Aceites Sandúa, referente en la producción y distribución de aceites de oliva y vegetales, ha celebrado este viernes un doble en su historia, el 50º aniversario de la firma y la inauguración de sus nuevas instalaciones en la Ciudad Agroalimentaria de Tudela (CAT). El acto, al que no han faltado trabajadores, clientes, socios, amigos y autoridades, ha estado marcado por la emoción y el reconocimiento, sobre todo, a la trayectoria familiar que ha sostenido el proyecto durante medio siglo.
Con una inversión inicial de 10 millones de euros, con sus nuevas instalaciones la compañía culmina la primera fase de un ambicioso plan de crecimiento que le ha permitido trasladar toda su actividad industrial y logística a Tudela. La nueva planta, de 8.000 m² sobre una parcela de 18.000 m², incorpora tecnología avanzada de digitalización, una sala de depósitos con capacidad para más de 3 millones de litros y criterios estrictos de eficiencia energética y sostenibilidad.
A pesar de este salto empresarial, la firma mantiene su actividad agrícola en Ablitas, en la finca Capricho Navarro, donde la familia Sandúa cultiva más de 60 hectáreas de olivar ecológico.
“Este no es solo un día de empresa, es un día de familia”
La directora general, Laura Sandúa, ha protagonizado uno de los discursos más emotivos. Ha recordado con emoción los orígenes de la empresa y, ante todo, el legado de sus padres, Lorenzo Sandúa y Merche Escribano, fundadores de la empresa en 1975.
“Este no es solo un día de empresa, es un día de familia”, ha afirmado ante un auditorio repleto de empleados, clientes, socios, autoridades, vecinos y, sobre todo, amigos. Recordó cómo su padre, con solo 12 años, acompañaba a su abuelo por los pueblos vendiendo aceite. “El trabajo honesto y la calidad siempre abren paso”, repetía Lorenzo, inventor incansable y figura clave en el espíritu innovador de la firma, ha recordado Sandúa de su padre.
También ha habido palabras especialmente sentidas para su madre, Merche, “nuestra raíz más profunda”, a quien ha querido reconocer públicamente: “Su fuerza, su confianza y su cariño fueron clave para que el proyecto saliera adelante. No podía dejar de hacerlo porque con mi padre no tuve tiempo”.
Ambos, ha recordado, “compartían un sueño sencillo y poderoso, elaborar un aceite de calidad profundamente navarro, que llevará el sabor y la autenticidad de nuestra tierra a cada mesa. Y de aquella semilla, nacieron los valores que nos guían desde entonces honestidad, calidad, trabajo bien hecho, respeto por las personas, valores que nos han mantenido firmes en tiempos difíciles como el olivo que resista el viento porque tiene una raíces profundas”.
Crecimiento, alianzas y futuro
Laura Sandúa ha destacado el crecimiento de la compañía, que cerró el último ejercicio con 60 millones de euros de facturación y presencia en más de 40 países. Ha subrayado, además, la importancia estratégica de la alianza con el grupo andaluz Migasa, con el que constituyeron hace cinco años la joint venture Oleosandúa, que comercializa todas las marcas de la empresa.
“Compartimos los mismos valores: compromiso, lealtad, tradición, confianza y responsabilidad social”, ha dicho de sus socios, destacando que la unión les ha permitido ampliar músculo comercial sin abandonar la esencia familiar.
Una empresa construida alrededor de la mesa
El carácter familiar de Aceites Sandúa ha estado presente durante todo el acto. Laura Sandúa ha recordado cómo la empresa creció desde el garaje hasta las instalaciones de Ablitas, pasando antes por el jardín y la piscina de casa. Ahora, desembarca en la Ciudad Agroalimentaria de Tudela. “Muchos de nuestros proyectos no salen de despachos, sino de conversaciones alrededor de una mesa, entre risas y discusiones de las buenas”, ha confesado.
Ha sido el momento de recordar a su hermano José Luis, también al frente del proyecto, y a sus parejas, Fernando y Jesusa, así como a su hermana Cristina “que aunque decidió no unirse a nuestro proyecto participa en todas nuestras conversaciones, porque de ser un Sandúa no te libras. Gracias de verdad por acompañarnos, por vuestra paciencia, vuestro amor, porque vosotros dais sentido a todo lo que hacemos y cada paso que damos es un diálogo entre generaciones, entre pasado y futuro”.
Pero además de los recuerdos familiares, también han merecido su tiempo los reconocimientos. El primero a los primeros trabajadores de la firma, Julián y Jesús, y también a empleados históricos como Baldo Antón, con más de 34 años trabajando para Aceites Sandúa.
La nueva generación toma la palabra
Uno de los momentos más emotivos ha llegado cuando la nueva generación de la familia Sandúa han subido al escenario para dedicar unas palabras a la actual dirección. Ha sido Julen Arellano el encargado de tomar la palabra en nombre los jóvenes, su hermano Javier y sus primos Aroa y Ander Sandúa, que repasó con emoción los valores transmitidos por sus padres y abuelos.
“Si hoy abrimos estas puertas es porque detrás de cada decisión hubo amor. Amor por el trabajo bien hecho, por esta tierra y por una familia que supo sostenerse en los días fáciles y, sobre todo, en los difíciles”, ha afirmado.
Ha recordado con cariño los días en que acompañaba a su abuelo Lorenzo en la furgoneta repartiendo aceite y ha dedicado una mención especial a su abuela Merche, “columna vertebral de la familia”.
También ha dirigido palabras a sus padres, tíos y primos, destacando su compromiso y generosidad: “Nos habéis enseñado que la familia es un verbo: cuidar, cumplir la palabra, remar a una”.
“Cambia la casa, pero no cambia la esencia”, ha resumido Julen Sandúa en el cierre de su intervención. “Nos traen hasta aquí 50 años de honestidad, cercanía y ganas de hacer las cosas bien. Nuestro equipo es familia extendida y esta empresa seguirá creciendo sin renunciar nunca a sus raíces”.
El acto ha finalizado con una cata presentación de los nuevos aceites de la temporada y una visita a las instalaciones.

















