Érase una vez una niña llamada Ruth que tenía problemas de corazón. Cuando hacía grandes esfuerzos, sufría palpitaciones y se sentía muy incómoda.
Para el día de Navidad, su familia tenía como costumbre hacer una excursión a la montaña pero este año no iba a ser posible. Por ello, Ruth estaba muy triste y decaída. Se sentía culpable de que su familia no pudiera hacer esa salida.
Al verla tan desconsolada, su familia decidió darle una sorpresa. Pensaron que podría ser una buena idea que Ruth pudiera asistir a la excursión montada en un caballo y así su corazón no sufriría.
Casualmente, el día siguiente era el cumpleaños de Ruth. Hicieron una gran fiesta, y cuando sacaron la tarta, se podía ver una figura de un caballo en la parte de arriba. Ruth, al ver su animal favorito, lo abrió y encontró un mensaje muy especial de su familia:
“Querida Ruth:
Después de todo lo que has sufrido por tus problemas de salud, tu familia ha decidido que puedas venir a la excursión navideña a caballo. De ese modo, podrás disfrutar mucho con todos nosotros. Te queremos.”
Varias semanas más tarde, llegó el día más esperado. Todo estaba preparado para ir a la montaña e iba a ser un día inolvidable. El caballo “Tormenta” esperaba también a su jinete.
Sin embargo, todo cambió mientras daban un paseo. Un zorro se cruzó en su camino y asustó a Tormenta. El caballo se puso a dos patas y a consecuencia de ello, la pobre Ruth tuvo una caída y se desmayó. Llamaron a emergencias rápidamente y la llevaron al hospital en ambulancia.
Los padres de Ruth esperaron ansiosos y angustiados en la sala de espera del hospital, temiendo lo peor. La pequeña Ruth no despertaba y su corazón delicado hacía que todos se temieran una tragedia. Sin embargo, en la fría noche de Navidad, ocurrió algo extraordinario.
Mientras dormía profundamente, Ruth sintió una cálida presencia a su lado. Era un hombre de barba blanca y mirada amable, vestido con ropas antiguas, como un ángel. Le tomó la mano y le sonrió.
—Ruth, pequeña valiente —dijo el hombre—, el amor y la fuerza de tu familia han tocado mi corazón. Eres muy querida, y tienes mucho por vivir.
Ruth sintió una paz inmensa y, sin entender del todo, le devolvió la sonrisa.
Cuando sus padres pudieron verla, encontraron a su niña despierta, con los ojos brillando como nunca antes. El médico les informó que, sorprendentemente, su corazón había mejorado de manera inesperada. No entendían cómo, pero Ruth parecía más fuerte, más sana.
Días después, la familia regresó a la montaña, pero esta vez Ruth iba a pie, llena de energía y riendo al lado de su familia. Caminaba junto a Tormenta, el caballo que le había tirado, y al que ahora acariciaba sin resentimientos.
Aquella Navidad, todos sintieron que habían presenciado un milagro. En su corazón, Ruth guardaba el recuerdo de aquella cálida presencia, de una mano amiga que le había traído la paz. Desde ese día, nunca más tuvo miedo, pues sabía que la fuerza de su familia y el amor de quienes la rodeaban la cuidarían siempre.
La familia continuó la tradición de las excursiones, y cada Navidad se tomaban un momento para mirar las estrellas, recordar la magia de aquella noche y agradecer por el milagro que siempre llevarían en el corazón.
Y así, Ruth creció fuerte y feliz, sabiendo que, a veces, los milagros suceden… especialmente en Navidad..
Alumnos de 4ºA
Viaje a Japón

Todo comienza en mi casa el 23 de noviembre, en el salón cuando nos encontrábamos viendo una novela de mi abuela. Estábamos aburridos mi hermana María, José y Pablo mis primos, y yo, Tati. Entonces, de repente, mi madre llegó. Ella muy feliz nos dijo que ¡había ganado un viaje a Japón! Nos pusimos muy contentos y, además el viaje sería en pocas semanas, exactamente en un mes.
Varios días antes nos pusimos a hacer las maletas y no nos preocupamos por el idioma, porque en mi colegio estoy aprendiendo a hablar japonés.
Llegó el día y tras un largo viaje llegamos al aeropuerto de Tokio, y cuando salimos del avión teníamos ante nosotros muchísimas luces de navidad, era muy bonito, precioso, espectacular. Después apareció mi tía Carla a recogernos y por el camino oíamos los villancicos, pero en su idioma. Cuando llegamos a su casa era preciosa, tenía una entrada enorme, un salón fabuloso y cinco habitaciones, por lo que no tuvo problemas en que fuéramos toda la familia.
Una vez nos habíamos repartido las habitaciones, nos dirigimos al centro comercial porque queríamos buscar disfraces para el día de nochebuena. María quería un disfraz de elfa, Pablo de papá Noel, José de reno y yo de mamá Noel. Mi madre nos lo compró sin problemas y estábamos tan bien que decidimos comprar decoración para la casa de mis tíos Eric y Carla, porque ellos no la habían decorado.
Cuando llegó el día estaban todos los regalos debajo del árbol que compramos. Nos trajeron todo lo que habíamos pedido, pedí un kit de pulseras y unas zapatillas, José una mochila nueva para el colegio y una Tablet, Pablo un patín y un coche control remoto, María, como es la mayor se pidió ropa y libros.
Fue un viaje fabuloso que siempre recordaremos, pero teníamos que volver a Madrid para terminar la navidad.
Como antes de marcharnos a Japón no habíamos puesto el Belén, lo hicimos al llegar, con los tres reyes magos y el niño Jesús, y fuimos a ver la cabalgata en la que salían en carrozas. Por la noche a los reyes les dejamos leche y galletas, y para los camellos agua y zanahorias.
Al día siguiente abrimos los regalos y lo pasamos genial en familia. Fue una navidad especial que nunca olvidaremos.
Alumnos de 4ºB
La Navidad en familia

Había una vez una familia que vivía en Murchante, un pequeño pueblo al sur de Navarra. Enzo era el hermano pequeño y el más travieso. Mateo era el mayor y el más responsable. Sus padres se llamaban Natalia y Alberto, y juntos formaban una gran familia.
Al llegar la Noche Buena, como todos los años, la familia se reunió en casa de los abuelos para cenar y celebrar el nacimiento de Jesús. Para algunas personas, la Navidad son los regalos, las vacaciones, los grandes banquetes… Sin embargo, para esta bonita familia era distinto. A ellos, lo que de verdad les importaba era estar todos juntos celebrando la llegada del Salvador. Pero, era una familia tan divertida, que todos los años se vestían con unos jerseys navideños tejidos por todos ellos. ¡Era la tradición favorita de Enzo y Mateo! Algunos tenían el dibujo de Rodolfo el Reno, otros de Papa Noel y otros de Elfos.
Aquella noche tan especial, entre todos escribieron una única carta para los Reyes Magos.
Cada miembro, pidió un deseo. La carta decía así:
Queridos Reyes Magos:
Este año nos vamos a acordar de los que más lo necesitan. Queremos que reine la Paz en los países donde hay guerras. También, que desaparezca la pobreza y el hambre. Y que todo el mundo tenga un hogar y una familia con quién vivir. Por favor, danos un corazón tan fuerte y generoso para amarnos y perdonarnos los unos a los otros.
¡Buen viaje y feliz Navidad!
Firmado: Familia Sebastián Martínez
Una semana más tarde, al llegar la noche de Reyes, Enzo y Mateo estaban nerviosos porque no sabían si sus deseos se iban a cumplir y si la carta había llegado a los Reyes Magos. Se echaron a dormir, pero antes habían dejado leche y galletas para los Reyes, y pienso y agua para los camellos que seguro llegaban agotados y hambrientos del viaje. Al día siguiente, cuando se despertaron, ¡había una carta y un corazón de peluche lleno de mensajes de paz! La carta decía:
Querida familia Sebastián Martínez:
Os regalamos este corazón tan suave y esponjoso para que lo abracéis cada vez que veáis algo injusto en el mundo. Entre todos conseguiremos que el planeta sea mejor. Sentimos mucho no haberos regalado exactamente lo que habéis pedido, queda en vuestras manos cambiar el mundo.
Atentamente, Melchor Gaspar Baltasar
Tras leer la carta, la familia sintió que tenían también el poder de ser los salvadores y conseguir un mundo mejor.
4º C
Las niñas sin regalos

Había una vez una familia con tres niñas llamadas Lea, Emma y Valeria, que vivían con sus padres.
Un año al escribir la carta de Papa Noel, se dieron cuenta de que tenían de todo, mucha ropa y muchos juguetes. Así que Lea, que era la más mayor, dijo:
– ¡Vamos a decirle a Papa Noel que los lleve al orfanato! Seguro que no tienen tantas cosas como nosotras. ¿Qué os parece?
Sin dudar ni un momento Emma y Valeria aceptaron. Y añadieron…
– Además, ayer en el colegio nos hablaron sobre lo bonito que es dar cosas que no necesitamos a gente que menos tiene.
Después de un rato, se lo dijeron a sus padres y fueron al supermercado a echar la carta al buzón de los regalos de Papá Noel. Volvieron a casa y enseguida se fueron a la cama porque ya era de noche y estaban muy cansadas.
Ellas satisfechas y alegres de lo que habían hecho se fueron a dormir. Ni siquiera cenaron porque estaban nerviosas y emocionadas por lo que podría suceder al día siguiente.
Cuando se levantaron vieron que no había regalos debajo del árbol de Navidad pero si había una carta en la que ponía:
– “Queridas niñas; espero que no os entristezca que no tengáis regalos, pero vosotras me lo dijisteis y habéis hecho bien, porque se nota que sois muy buenas las tres. Yo ya he entregado los regalos a los niños del orfanato y seguro que se han puesto muy felices”.
La carta estaba firmada por Papa Noel y eso hizo que se pusieran todavía más felices de lo que estaban.
Cuando los niños del orfanato abrieron los regalos se dieron cuenta de lo afortunados que eran por haber recibido esos regalos de unas niñas tan buenas. Una tarde, decidieron invitarlas a jugar con ellos y… ¡Todos jugaron felices y comieron regalices!
4ºD

















