Santiago Marco homenaje
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La Diócesis y el Cabildo de Tudela han rendido un sentido homenaje al padre Santiago Marco Ariza, último congregante de la Orden de San Felipe Neri en la capital ribera, en un acto de agradecimiento por su donación de los fondos documentales y bibliográficos que se conservaban hasta ahora en el Convento del Carmen.

El acto, celebrado en la residencia Nuestra Señora de Gracia, estuvo presidido por el canónigo Javier López Bailo, en representación del Cabildo Catedralicio, y contó con la participación de Mamen Hernández Charro, Archivera y sobrina de Santiago Marco, y Mercedes Terrén Miramón, Archivera eclesiástica de Tudela, ambas, responsables del inventario, catalogación y traslado del valioso material.

Un gesto de fe, historia y compromiso

Durante su intervención, López Bailo expresó, en nombre del Cabildo y la Diócesis, su agradecimiento a Santiago Marco por su labor pastoral y su generoso gesto:

“Reconocemos y agradecemos la labor pastoral de don Santiago Marco Ariza y el compromiso de la Congregación de San Felipe Neri de Tudela con la historia, la cultura y la memoria colectiva de nuestra ciudad”.

Santiago Marco, de 87 años, nació en la calle Serralta y es sacerdote filipense desde hace 63 años. Ha dedicado toda su vida a Tudela y a la Iglesia del Carmen, donde comenzó a encargarse de ella con tan solo 11 años. Cantó su primera misa el 23 de abril de 1962, y ha ejercido una intensa labor educativa y pastoral: fue fundador del Colegio del Oratorio de San Felipe Neri junto al padre Pedro Rioja, y profesor durante nueve años en este centro. Posteriormente, impartió clases durante cuatro décadas en el colegio de Jesuitas de Tudela, donde dejó una huella imborrable entre varias generaciones de alumnos.

“Durante 40 años, todos los que hemos pasado por Jesuitas tenemos un buen recuerdo tuyo”, destacó López Bailo durante el acto.

Un legado de más de cuatro siglos de historia

El legado donado por Marco constituye una pieza clave para la historia religiosa y cultural de Tudela y Navarra. Los fondos, que se encontraban en la casa de la Congregación del Oratorio Filipense desde su fundación en 1891, incluyen documentación que se remonta incluso al siglo XVIII, e incluso materiales anteriores pertenecientes a los Carmelitas Calzados y diversas cofradías con sede en el Convento del Carmen.

El archivo se compone de 32 cajas de documentos y 11 de archivo musical, además de una biblioteca de más de 2.500 ejemplares ya depositados y una estimación de 6.000 volúmenes en total, datados entre el siglo XVI y la actualidad.

Entre los materiales destaca información sobre la fundación del seminario y posterior colegio, así como documentos relacionados con uno de los episodios más curiosos de la vida cultural tudelana: la existencia de un cine dentro del propio Oratorio de San Felipe Neri, activo entre 1955 y 1963. También se conserva documentación de la biblioteca circulante, considerada una precursora de los actuales bibliobuses.

Una labor archivística de más de una década

La archivera Mamen Hernández, sobrina de Santiago Marco, fue la primera en iniciar el proceso de organización en 2013.

“Fue un reto para mí, porque era hacer un archivo desde cero”, recordó. “Esta documentación es muy importante para la historia de Tudela. Tenemos libros desde el siglo XVI y aparecen todas las funciones que los filipenses realizaron: el seminario, el colegio, el cine o la biblioteca circulante. Ha sido una institución clave para la vida educativa, cultural y social de Tudela”.

Por su parte, Mercedes Terrén, desde el Archivo Eclesiástico, ha explicado que desde el Archivo Eclesiástico han cogido el relevo de Mamen: «Dos horas a la semana, a veces con colaboradores y por amor a Santiago, vamos haciendo lo que podemos. El objetivo es trasladar todo el fondo cuanto antes para garantizar su conservación. Ya se han movido 184 cajas y quedan por trasladar muchas más, porque el convento es enorme y alberga muchísima documentación”.

“El agradecido soy yo”

Con su habitual humildad, Santiago Marco Ariza ha cerrado el acto con unas palabras de gratitud: “El agradecido soy yo. Esos miles de volúmenes no tenían salida, y ahora estarán catalogados y archivados para que se puedan consultar”.

El homenaje al último congregante filipense de Tudela no solo reconoce una vida entera de servicio pastoral y educativo, sino que asegura la preservación de un patrimonio documental único, testimonio de siglos de historia espiritual, cultural y humana en la ciudad.

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