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Inteligencia, por Pepe Alfaro

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Se ha estudiado, y se sigue estudiando, la evolución de los homínidos. La Biología y la Antropología, se esfuerzan en investigar y comprender el largo proceso recorrido hasta la actualidad. En ese sentido, las características físicas aparecen descritas con minuciosidad y se han realizado multitud de recreaciones, que se centran fundamentalmente en la adaptación al caminar bípedo, al ángulo facial y a la capacidad craneal.

Pero la senda evolutiva de los homínidos, desde sus primigenios orígenes de australopiteco hasta el homo sapiens actual, que está bastante clara en la concreción de sus aspectos físicos, no está exenta de controversias cuando se trata, sobre todo, de estudiar la evolución de la inteligencia.

Una inteligencia que, si bien muestra un patente y progresivo avance en variados aspectos, como el Lenguaje, las Artes y las Ciencias, parece estar sufriendo un notable retroceso en aspectos sociales. La invención del dinero y la valoración del materialismo sobre la espiritualidad son, sin duda, las causantes de esta regresión. Se empezó por esquilmar las riquezas de los países llamados “tercermundistas”. No contentos con eso, los países del primer mundo empezaron a desear los bienes de los vecinos y montaron guerras de todo tipo, alcanzando la máxima expresión en las dos guerras mundiales del pasado siglo XX. Es cierto que, tras cada guerra, se ponía fin a las hostilidades firmando armisticios y creando organismos que trataban de que lo sucedido no volviese a ocurrir.

Pero no hemos aprendido. Y esa autodenominada, con no poca vanidad, especie del homo sapiens está evolucionando manifiestamente hacia la nueva especie de homo ignarus, porque, en estos momentos, la Sabiduría está cediendo el paso a la Ignorancia. Y en esas estamos. Al borde de una tercera guerra mundial, donde priman los desencuentros sobre los acuerdos, donde el adversario ha adquirido la categoría de enemigo y donde los dictadores más poderosos se arrogan el derecho de apropiarse de cuanto les apetezca, basándose en la poderosa razón de su capacidad armamentística. Eso sí, calificando como “democrático” su dictador proceder. Y es que hasta las palabras han perdido su verdadero significado. Basta con comprobar en “ciertas bocas” como han prostituido el concepto de la palabra Libertad.