Voy a expresar mi opinión, mediante estas líneas, sobre un aspecto que vengo observando y sufriendo desde hace un tiempo cuando acudo al teatro o al cine.
Desde mi punto de vista, acudir como espectador a cualquier evento artístico, requiere de una disposición en cuanto la actitud que cualquier espectador debe de mostrar.
Empezando por el respeto a los demás espectadores y, sobre todo, a los artistas que en ese momento están tratando de dar lo mejor de sí, para que todos podamos disfrutar de la actividad que están llevando a cabo. En cualquier actividad, más incluso en la representación de una obra teatral, se dan momentos muy sutiles, de una intimidad, en la que cualquier molestia externa, díganse toses inoportunas, o el sonido de los teléfonos móviles, pueden propiciar que te los pierdas.
Eso mismo ocurrió este sábado pasado mientras se representaba “Casa de muñecas”, en la versión de Eduardo Galán, con dirección de Lautaro Perotti, en el teatro Gaztambide de Tudela. Además de espectador asiduo a cualquier acto cultural, soy actor, y puedo imaginar el desconcierto que estarían sintiendo y el esfuerzo, por parte del elenco para no perder la concentración que requiere estar subido a un escenario. Creo que el público generalmente es atento y respetuoso, pero últimamente, se producen comentarios a destiempo, o se desata un “concierto de toses”, el cual parece sea un concurso a ver quien molesta más. Toser a veces es inevitable, pero de ahí, a hacerlo de una manera estentórea, con la boca bien abierta, reincidiendo en la carraspera, y lo que es peor, no intentando mitigar esas tosas tapándose la boca, es una falta de respeto hacia los artistas, y también, a los que pretendemos que el ambiente de la representación nos lleve a transitar la propuesta que se nos ofrece.
Lucas Eza Moreno


















