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El Cine Moncayo de Tudela volvió a llenarse hasta la última butaca para rendir homenaje a Fernando León de Aranoa, por la que fue su primera película, Familia (1996). El acto, enmarcado en la XXV edición del Festival Ópera Prima, reunió a un público entusiasta, muchos de los cuales descubrían por primera vez en pantalla grande una cinta que marcó un punto de inflexión en el cine de los noventa.

Acompañado por la actriz Elena Anaya, una de las protagonistas del filme, y la periodista Yolanda Flores, León de Aranoa recibió de manos del alcalde de Tudela, Alejandro Toquero, el trofeo con la cigüeña símbolo del festival. El reconocimiento llega casi tres décadas después del estreno de una película que, con su mezcla de humor, ternura y desconcierto, reveló el talento narrativo y la sensibilidad social que caracterizarían toda la obra posterior del director de Los lunes al sol o El buen patrón.

El acto estuvo presentado por el director del festival, Luis Alegre, quien subrayó el valor histórico de Familia dentro del cine español reciente. “Por este ciclo han pasado películas legendarias de los años 50, 60 o 70 —recordó—, pero ninguna tan cercana en el tiempo como esta. Familia forma parte de lo mejor de nuestra historia cinematográfica: es una película original, divertida, profunda y sorprendente, que sigue cautivando al público 30 años después”.

Alegre evocó también su primer encuentro con la película, en un pase de prensa en Zaragoza, donde —según confesó entre risas— “hacía tanto frío que no hice ni una pregunta, pero salí completamente cautivado por su frescura y su mirada única”.
Con emoción, destacó además el vínculo que une a León de Aranoa con Tudela desde aquella proyección en la tercera edición del festival, cuando el cineasta presentó su debut acompañado por Amparo Muñoz.

«Abordé el rodaje desde un lugar muy libre y feliz, sin el peso de una carrera»

El propio Fernando León de Aranoa evocó con emoción su primera visita a Tudela, en marzo de 1997, cuando presentó Familia junto a la actriz Amparo Muñoz, pocos meses después de su estreno en Valladolid. “Fue un momento muy especial —recordó—, porque era mi primera película, la primera vez que mostraba mi trabajo. La abordé con mucha ingenuidad, sin el peso de una carrera, desde un lugar muy libre y feliz”.

El director madrileño destacó que Familia sigue siendo una obra fundamental en su trayectoria, “porque la primera película deja una huella muy profunda”. Agradeció la oportunidad de reencontrarse con ella casi treinta años después y de compartir el homenaje con Elena Anaya y Yolanda Flores, con quienes confesó haber pasado “una hora de charla llena de anécdotas y recuerdos del rodaje, que fue muy especial”.

León de Aranoa también rememoró los inicios de su carrera y la confianza que depositó en él el productor Elías Querejeta, “el primero que creyó en mi trabajo cuando apenas había hecho un cortometraje”. “Bendito aquel riesgo —añadió—, porque entonces aún había sitio para la valentía y la intuición, no solo para las certezas que hoy se buscan en el cine”.

«Rodar familia me costó la expulsión de la ESCAT»

También Elena Anaya, que tenía solo 19 años cuando rodó Familia, evocó con emoción aquel primer gran papel de su carrera. Recordó cómo llegó al proyecto casi por casualidad, convencida de que solo participaría en una sesión de lectura, hasta que Fernando le entregó el guion. “Lo leí en casa y tuve la certeza absoluta de que era una historia maravillosa, y de que iba a trabajar con un director único”, explicó.

Anaya confesó que, pese a su inexperiencia, se lanzó “de cabeza” a la película, de hecho lo costó su expulsión de la ESCAT en la que estudiaba, y conserva recuerdos “nítidos, entrañables y divertidos” de cada día de rodaje. “Parece que fue ayer —dijo—, aunque hayan pasado casi treinta años”.

El apoyo de Elías Querejeta

Durante el coloquio, Fernando León de Aranoa recordó también cómo llegó a rodar Familia gracias al apoyo del productor Elías Querejeta, a quien definió como “un hombre que encarnaba el riesgo y la confianza en los nuevos directores”. Explicó que el veterano productor conoció su trabajo a través del cortometraje Sirenas, que le mostró su hija Gracia Querejeta, y se interesó por el guion de Familia cuando él apenas daba sus primeros pasos como cineasta.

León evocó con humor la primera llamada de Querejeta y su primer encuentro, en el que “decidió hablar primero de la vida, tomarse una botella de vino y luego ya hablar de la película”. El director madrileño agradeció aquella apuesta por un debutante, destacando que “esa forma de producir, basada en la intuición y no en la certeza, casi ha desaparecido”.

Sobre el origen del guion, reconoció que Familia nació de un momento personal: “La empecé a escribir con poco más de veinte años, justo al independizarme. Tenía que ver con mi percepción de la familia, con los roles que nos tocan, con los desencuentros… Es una historia íntima, pero contada desde la distancia y el humor”.

«Mi padre siempre habló de Tudela con mucho cariño»

El director reflexionó sobre los giros narrativos de Familia, una película que —dijo— “se escribió casi sola”, y en la que volcó su fascinación por las historias que “juegan con la percepción del espectador” y exploran los límites entre la realidad y la representación. “Habla de quiénes somos realmente y del papel que interpretamos cada día”, apuntó, recordando también con ternura a su elenco.

El homenaje concluyó con un emocionado reconocimiento. El cineasta madrileño, visiblemente agradecido, recordó el vínculo especial que su familia mantiene con la ciudad. “Mi padre estudió aquí, en el colegio de los Jesuitas, y siempre habló de Tudela con mucho cariño”, compartió con emoción, reconociendo que volver para recibir este homenaje “tiene un significado muy especial”.