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El cautivo, por Carlos Muñoz

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Han pasado seis años desde el último film de Alejandro Amenábar, Mientras dure la guerra, donde se adentraba en la personalidad de Miguel de Unamuno durante la guerra civil. Ahora, otra vez vuelve su mirada a nuestra historia, para retratar los años de cautiverio de Cervantes en Argel. El film lo protagonizan: Julio Peña, Alessandro Borghi, Miguel Rellán, Fernando Tejero.

Año 1575, el joven Miguel de Cervantes (Julio Peña), es capturado por unos corsarios árabes y conducido a Argel. Al llegar, observa las condiciones de la prisión: hambre, violencia, miedo a ser vendido como esclavo, observando que la lucha por la supervivencia es un reto. Mientras espera a ser rescatado, comienza a imaginar historias y contarlas a sus compañeros de cautiverio.

La inventiva de Miguel llega hasta el Gobernador, Hasán Bajá (Alessandro Borghi), un hombre cruel que manda con puño de hierro. Hasán llamará a Miguel para conocerlo, y éste capta que cuanto más contente al gobernador, más posibilidades hay de salir con vida. En prisión, cuenta con la ayuda de Antonio de Sosa (Miguel Rellán), pero el inquisidor Blanco de Paz (Fernando Tejero), le acusa de practicar vicios inconfesables, delatará los intentos de fuga, haciéndole la vida imposible…

Amenábar retrata Argel, con su habitual maestría técnica, con sus plazas, ventanas, detrás de las cuales las pasiones campan a sus anchas. Sin embargo, el tratamiento de Cervantes, más allá de apuntar a la homosexualidad del escritor, (dato que figura solo por la carta del inquisidor), o de mostrarlo como un luchador por la libertad, resulta plano, le falta evolución al personaje. Además, las evocaciones románticas en las que la mezcla ficción y realidad, rondan lo kitsch, provocan baches narrativos, debilitando un guion por algunas subtramas sostenidas con hilos.

Respecto a los protagonistas, Julio Peña, es superado por el personaje, le falta hondura dramática, Alessandro Borghio no acaba de convencer, siendo la interpretación de Miguel Rellán, la mejor, ya que Fernando Tejero como inquisidor, resulta un personaje demasiado caricaturizado.

El cautivo plasma uno de los episodios del más ilustre de nuestros escritores con un toque aventurero, kitsch por momentos, y con la controversia en el horizonte, pero no hace justicia a la figura histórica, al humanista que fue Cervantes, una verdadera lástima.