«Fue una gran alegría, una sorpresa muy grata». Así recuerda Serafín Ramírez el momento en que recibió la llamada de la Peña La Jota para comunicarle que había sido elegido Tudelano Ausente 2025. La noticia le llegó en Navidad, mientras hacía unas compras. «Estaba en una tienda cuando me llamaron. Me dijo que era Sonia Ayensa, presidenta de la Peña La Jota y que querían que fuera el Tudelano Ausente. No me lo esperaba para nada, pero acepté encantado inmediatamente». Y es que, como él mismo afirma, «soy muy tudelano. Muy de mi tierra. Que se acuerden de uno así es una satisfacción enorme».
A sus 81 años, Serafín Ramírez puede presumir de una intensa trayectoria profesional vinculada a la comunicación, la radio y el periodismo. Pero si algo tiene claro es que sus raíces están profundamente vinculadas a Tudela, donde nació, vivió su infancia y juventud. «Los años en Tudela fueron los mejores de mi vida», asegura. Recuerda una ciudad mucho más pequeña, «muy de calle y agrícola», en la que los niños jugaban al aire libre, dormían en los balcones en verano y vivían las fiestas con intensidad. «Mi casa estaba entre la calle del Muro y San Julián. Toda mi vida se desarrollaba en esa zona, entre la Catedral, la calle Rúa, la Mejana, el Cristo…».
Pese a haber perdido a su padre joven, Serafín tuvo una infancia feliz, marcada por el cariño de sus hermanos mayores y las pequeñas aventuras propias de la época. Como aquella vez que, jugando con amigos, una chispa de una especie de antorcha artesanal le chamuscó cejas y pestañas a él y a otros amigos mientras hacía de las suyas en una de las cuevas del Cristo. «Fue un drama en casa, pero cosas de críos, de esas que no se olvidan», relata entre risas.
Estudió en Elvira España, en el colegios de los Corazonistas y los Jesuitas, y más tarde en la ETI, donde comenzó electrónica y descubrió la radio. Fue el momento en el que descubrió su vocación. «Había empezado a trabajar en Radio Tudela y un día faltó el y me pidieron que hablase yo. Lo hice, y desde entonces no me separé del micrófono». Ese fue el inicio de una carrera que le llevó a trabajar primero en Palma de Mallorca, en Sidi Ifni (donde se encargó de montar una emisora para el ejército español), y finalmente a Radio Nacional de España, primero en Zaragoza y después en Pamplona, ciudad en la que se asentó y desarrolló la mayor parte de su vida profesional.
Durante décadas fue corresponsal de Radio Nacional y Televisión Española en Navarra. Una etapa apasionante pero también dura, especialmente en los años del terrorismo de ETA, recuerda. «Informé del primer asesinato en Navarra y del último. Me tocó cubrir todos los atentados. Algunos muy dolorosos, como el de Tomás Caballero, cuyo asesinato me afectó mucho porque su mujer era amiga mía desde la infancia», recuerda.
Su testimonio permite revivir la dureza de aquellos años. Como cuando el Rey Juan Carlos apareció por sorpresa en una Capilla Ardiente en la Delegación de Gobierno en Pamplona tras un atentado, y Serafín tuvo que conseguir que las imágenes llegaran a tiempo al Telediario. «Tuvimos que enviar el rollo en avioneta a Madrid. Fue de película», rememora.
Pese a los años vividos fuera, Serafín nunca se ha olvidado de Tudela. Siempre que ha podido ha vuelto a sus calles, al encuentro con los amigos, a los recuerdos… «Mi mayor placer es dar un paseo por la Rúa, el Pontarrón, el Portal, la zona vieja… Toda esa parte la llevo grabada en el alma». Y no duda al afirmar: «Tudela es única. Por su gente, por su humor, por sus tradiciones».
Las fiestas de Santa Ana ocupan también un lugar privilegiado en su corazón. De joven las vivió intensamente desde la Peña Inter, en un local de la familia Laguna Cobertera que compartía con amigos y amigas en la calle La Merced. «Allí teníamos música, bailes, discos de Los Brincos, los Sirex o el Dúo Dinámico. Pasamos horas y horas», cuenta.
Casado con Pilar Soto, Serafín es padre de cuatro hijos: Noelia, Nerea, Leire y Sergio. Y será precisamente su familia la que le acompañe este 27 de julio en el homenaje que organiza la Peña La Jota. Aunque no todos podrán estar, compartirán con él un momento inolvidable.
«A los tudelanos, especialmente a los que están fuera, les diría que no olviden nunca sus raíces, que mantengan vivas las tradiciones y que vuelvan a casa siempre que puedan. Porque como Tudela, no hay otra. Yo, aunque haya vivido fuera, yo nunca me he ido del todo» reconoce.